Este año, en noviembre del 2024, conmemoramos 80 años de una página oscura de la historia de la Alsacia, provincia francesa a la frontera con Alemania. ¿Quién podría creer que detrás de estas pintorescas montañas, a través de estos pequeños caminos que atraviesan el bosque, el Hombre pudo negar su humanidad? Visitar un campo de concentración es una experiencia dolorosa pero necesaria. El deber de memoria está inscrito en nuestro programa y, lejos de buscar un simple voyerismo: vengo, me voy y olvido, la idea de recordar y de advertir que todo esto puede hacerse realidad.
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El Sr. Brusa, este día, logró por su testimonio y su historia, materializar muchas nociones que habíamos visto en clase: campo de concentración, campo de exterminación, Guerra de Aniquilación. Yo sabía, pero no quería creerlo. ¿Cómo a mis 17 años y tan lejos de Europa, podía imaginar esta barbarie? Este día cada uno de mis pasos se hicieron más pesados, el silencio nos envolvía, mis ojos humedecidos por la emoción y el frío, la nieve, que nos tomó por sorpresa, trajo consigo un ambiente solemne y a la vez mágico. Los campos blancos que se formaban a cada paso parecían purificar esta tierra enferma de la sangre que contenía. Tú, que me lees, sin duda no comprenderás lo que quiero decir, y te entiendo, porque antes de esta visita, yo también veía las cosas de otra manera.
El Sr. Brusa, pacíficamente, logró mezclar la visita y la ceremonia de memoria de una de las más grandes tragedias de la humanidad, es importante recordar y reflexionar sobre los eventos más devastadores de la Historia. La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto que alcanzó dimensiones colosales con enfrentamientos en Europa, Asia, África y el Pacífico.
En la guerra, incontables vidas fueron arrebatadas , civiles atrapados en zonas de conflicto, víctimas de genocidios y atrocidades inimaginables. El Campo de concentración de Struthof-Natzweiler fue un campo de concentración y el principal centro del sistema de instalaciones operado por los Nazis en la región anexada al Tercer Reich de Alsacia.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, aquella edificación no tenía mayor rol que una estación de ski. Sin embargo, tras la llegada de la inteligenciq Nazi, el edificio fue testigo de actos inimaginables. Judios, homosexuales, testigos de Jehovah, y civiles de la resistencia fueron sentenciados a múltiples torturas que destrozaban mente y cuerpo. La falta de comida junto con el sadismo del ser humano condenó la vida de inocentes.
En efecto, la Segunda Guerra Mundial sigue siendo un recordatorio vívido de las consecuencias devastadoras del odio, la intolerancia y el nacionalismo extremo. En este aniversario, les invito a todos a recordar el coraje y la determinación de quienes lucharon y mantuvieron la esperanza por un futuro de democracia, donde el respeto sería ley.
Quisiera terminar este texto, recordando la letra de la poderosa canción de Jean Ferrat para las víctimas que murieron en este campo. Palabras que fueron leídas por nuestro compañero Leandro Guayasamín frente al monumento del deportado incógnito:
Ils étaient vingt et cent, ils étaient des milliers
Nus et maigres tremblants, dans ces wagons plombés
Qui déchiraient la nuit de leurs ongles battants
Ils étaient des milliers, ils étaient vingt et cent
Ils se croyaient des hommes, n'étaient plus que des nombres
Depuis longtemps leurs dés avaient été jetés
Dès que la main retombe il ne reste qu'une ombre
Ils ne devaient jamais plus revoir un été
La fuite monotone et sans hâte du temps
Survivre encore un jour, une heure obstinément
Combien de tours de roues, d'arrêts et de départs
Qui n'en finissent pas de distiller l'espoir
Ils s'appelaient Jean-Pierre, Natacha ou Samuel
Certains priaient Jésus, Jéhovah ou Vichnou
D'autres ne priaient pas mais qu'importe le ciel
Ils voulaient simplement ne plus vivre à genoux
Ils n'arrivaient pas tous à la fin du voyage
Ceux qui sont revenus peuvent-ils être heureux?
Ils essaient d'oublier, étonnés qu'à leur âge
Les veines de leurs bras soient devenues si bleues
Les Allemands guettaient du haut des miradors
La lune se taisait comme vous vous taisiez
En regardant au loin, en regardant dehors
Votre chair était tendre à leurs chiens policiers
On me dit à présent que ces mots n'ont plus cours
Qu'il vaut mieux ne chanter que des chansons d'amour
Que le sang sèche vite en entrant dans l'Histoire
Et qu'il ne sert à rien de prendre une guitare
Mais qui donc est de taille à pouvoir m'arrêter
L'ombre s'est faite humaine aujourd'hui c'est l'été
Je twisterais les mots s'il fallait les twister
Pour qu'un jour les enfants sachent qui vous étiez
Vous étiez vingt et cent, vous étiez des milliers
Nus et maigres tremblants dans ces wagons plombés
Qui déchiriez la nuit de vos ongles battants
Vous étiez des milliers, vous étiez vingt et cent
Esa tarde, la paz tomó la forma de una visita programada a esta Alemania que, después de unos días, había tomado, para mí, la forma de una tierra hostil. Después de pasar el puente de la paz sobre el río Rhin, yo y mis compañeros, nos encontramos un encantador pueblo llamado Khel. Allí las casas son diferentes y el alemán sonaba en mis orejas como un algo extraño, a lo que yo no intentaba desafiar o contradecir. El hecho de atravesar, hoy por hoy, un país sin control en la frontera me permitió comprender finalmente porqué Europa fue una respuesta indispensable para la reconstrucción y la paz entre estos enemigos del ayer.
Artículo realizado por Alexandra Olalla, 1ère B
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